El 11 de noviembre comenzaron a funcionar las baterías de mortero de los asediadores. En los primeros días, el único daño dentro del Castillo fue un pequeño cañón de 6 libras. Los artilleros del Castillo también lograron hundir un barco de suministros que intentaba descargar en el muelle de Georgetown.
El ministro José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca, mandó para apoyar el bombardeo al mayor barco que tenía la armada en ese momento: el Santísima Trinidad.
El Trinidad se ubicó a unos 800 metros de la bocana del puerto mahonés y bombardeó incesantemente el castillo. Los torreones orientales de la fortificación quedaron demolidos en menos de cuatro horas.
El general inglés, James Murray, afirmaría posteriormente que sin el martilleo constante que castigaba a sus tropas desde la rada nunca hubiesen sucumbido.
Durante la noche del 27 al 28 de diciembre falleció, víctima de una herida recibida en el frente, Carlos Garain, un valiente soldado que se descubrió que era mujer tras su fallecimiento.