Menorca había pasado a manos inglesas por el tratado de Utrech, pero Carlos III estaba decidido a recuperarla y por eso se alió con Luis XVI de Francia.
La idea del rey español y de sus ministros era dar al enemigo un golpe inesperado en Menorca, porque en Mahón se guarecían más de 80 corsarios tripulados con forajidos de todas las naciones que autorizados por el gobernador, el teniente general James Murray, capturaban buques que podrían estar haciendo negocios con los “enemigos” de Gran Bretaña, estrangulando el comercio en el Mediterráneo.
Por lo tanto, se planificó una invasión de Menorca durante los primeros meses de 1.781 entre Luis Berton de los Blats, duque de Crillón, y el ministro de relaciones exteriores José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca.
El 25 de junio de 1.781 una escuadra francesa de unos 20 buques de guerra mandada por el almirante Luc Urbain du Bouëxic, conde de Guichen, zarpó de Brest. Para engañar a los británicos no se unirían a sus aliados españoles hasta que estuvieran cerca del objetivo. La flota de invasión española, bajo el mando del almirante Buenaventura Moreno, disponía de 51 transportes de tropas, 18 barcos de suministro, 3 barcos de hospital, 3 barcos de víveres, 2 bombardas, un brulote y 13 escoltas armados. Salió de Cádiz el 23 de julio de 1.781e inicialmente se dirigió hacia el oeste para aparentar que su destino era América, pero, cuando llegó la noche, dio la vuelta y pasó por Gibraltar (25 de julio). Frente a los vientos contrarios en el Mediterráneo, el 29 de julio el convoy comenzó a disolverse y se vio obligado a refugiarse en la cala de La Subida, cerca de Cartagena, donde esperó a la flota francesa.
Los franceses se unieron posteriormente a los españoles y la flota combinada salió de La Subida el 5 de agosto, se divisó Alicante el 14 de agosto y en la noche del 17 del mismo mes se alejó de la costa española para navegar paralelamente a la isla de Formentera. El 18 de agosto, al pasar por la pequeña isla de Cabrera al sur de Mallorca, se unieron a la flota otros 4 buques de guerra que provenían del puerto de Palma. Esa noche el viento soplaba del sureste y la flota tuvo que tomar precauciones para evitar ser encallados en Mallorca, pero finalmente Menorca fue avistada a la mañana siguiente. El asedio a la Isla estaba a punto de producirse.