Cuando la intimidad se interpreta como traición. Menorca 1781 (capítulo 2)

Las sospechas de espionaje, acrecentadas por la crítica situación de asedio contra los ingleses, alteraron en muchos aspectos la vida cotidiana de los mahoneses. Así fueron extendiéndose los arrestos y la imputación de delitos bajo la común denominación de traiciones, en el intento de neutralizar los apoyos civiles a la causa de la guarnición británica aún invicta y que se hallaba guarnecida en el castillo de San Felipe.

Es importante tener en cuenta que entonces los habitantes de la Isla eran legalmente ciudadanos británicos. Por lo tanto, se podían dar dos situaciones muy distintas:

– Espionaje: Aquel extranjero que actúa de forma oculta en beneficio de potencia extranjera comete delito de espionaje. Su actuación es punible pero legítima y por su riesgo y peligrosidad puede incluso llegar a ser heroica y admirable.

– Traición: Aquel natural que actúa contra su nación en beneficio de potencia extranjera comete delito de traición. Su actuación no sólo es punible pero ilegítima, además es execrable. Por eso será despreciado y repudiado y la justicia actuará contra él con todo rigor.

El responsable de llevar a cabo las averiguaciones fue Juan Bautista de San Martín y Navaz. La transcendencia política de este personaje se revela en el relato de sus propias impresiones acerca de la gestión que le fue encomendada en Menorca como juez que debía juzgar y condenar. San Martín y Navaz, auditor general del ejército, llegó a la isla en compañía del duque de Crillón para la reconquista de Menorca.