La Menorca de la corona de Aragón se benefició del esplendor marítimo y comercial de la misma, pero a partir de finales del siglo XIV la isla experimenta un drástico proceso de despoblación y decadencia económica. Este proceso alcanzó cotas alarmantes en los siglos XV y XVI, debido a una pluralidad de motivos. Fundamentalmente las luchas sociales entre el campesinado y la aristocracia, similares y coetáneas a las Germanías del reino de Valencia y de Mallorca o a las de la revuelta catalana contra Juan II. También influyeron los ataques otomanos, que saquearon y destruyeron Maó (1535, por el corsario otomano Aruj, gobernador de Argel para la Sublime Puerta así como hermano del que fue el almirante otomano Jeireddín Barbarroja) y la entonces capital Ciudadela (1558, por el corsario otomano Piali), lo que amenazó con la despoblación casi absoluta de la isla.
Capturada por los británicos en 1708 durante la Guerra de Sucesión Española y cedida oficialmente a raíz del Tratado de Utrecht, pasó a ser durante setenta años una dependencia británica (y el puerto de Mahón una base naval británica en el Mediterráneo) en el siglo XVIII.
La presencia británica impulsó la economía de la isla, que se convirtió en un centro comercial y de contrabando de primer orden en el Mediterráneo.