Fortaleza de Isabel II en La Mola
Una visita obligada para entender la historia de la Isla
La Mola
Las obras de fortificación de la Mola se iniciaron en 1847, ante las amenazas inglesas de volver a Menorca, para defenderla adecuadamente. La rivalidad entre Inglaterra y Francia a mediados de siglo XIX se manifestaba sobre Menorca, cruce de las rutas Tolón-Argel y Gibraltar-Malta. Menorca era española desde 1802 por el Tratado de Amiens, que dio fin a la soberanía inglesa que permanecía desde 1713 por el Tratado de Utrech.
La fortificación de campaña que quedó finalizada al año siguiente, se amplió poco después con una fortificación permanente que desde la costa norte de la Mola cerró la gola de la fortificación en el Clot, en la costa sur. Esta fortificación permanente fue inaugurada en el año 1852, pero tampoco se consideró suficiente, trazándose un proyecto mucho más ambicioso que fue el definitivo. Se descartó el sistema abaluartado, caído en desuso, trazándose un frente poligonal, con dos tramos bien diferenciados, el frente terrestre, que defendía el acceso a la fortaleza por los Freus, y el frente marítimo, que batía con sus cañones la entrada del puerto de Mahón.
Este sistema de fortificación se basaba en las enseñanzas del ingeniero Montalambert, que concentraba los fuegos en los ángulos entrantes con sus reductos, en el interior del ancho foso, y sus niveles u órdenes de fuego desde las casamatas. Otra obra importante aproximadamente en el centro de la línea poligonal, es el Hornabeque, que por su costado derecho y de cabeza bate el frente terrestre, mientras que por su ala izquierda bate el frente marítimo.
Terminada la fortificación se inició el artillado, que al coincidir cronológicamente con el avance tecnológico que experimentó la artillería, produjo sus momentos de incertidumbre al no estar preparada nuestra industria militar para afrontar estos retos.
Los primeros cañones fueron Krupp de 30,5 cm y 26 cm, después ya nuestra industria construyó los Ordoñez de 24 cm, y más tarde los Munaiz de 15 cm. Estos constantes cambios de materiales quedan aún reflejados en el terreno, por los distintos asentamientos, ya desartillados, que existen. Posteriormente aún se instalaron los últimos cañones, los Vickers 38´1, en tiempos de la 2ª República. De estos quedan dos en la Mola, incluidos en la visita, tanto el cañón propiamente dicho, como las cámaras subterráneas, que elevaban proyectiles y cargas de proyección a los cañones.
Información y Reservas
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La Mola en imágenes
Una visita obligada para entender la historia de la Isla.