Precisamente las relaciones de producción en la Menorca del Ancien Regime presentan los rasgos típicos de este modelo en el que los elementos agravios de la sociedad determinan el funcionamiento del resto y la estructura económica puede ser definida como dinámica de ritmo lento y larga duración, en la que los aspectos de carácter cualitativo permanecen prácticamente inalterables durante siglos, sin que sus contradicciones internas afecten a la trabazón general del conjunto.
Veamos a continuación los distintos rasgos que caracterizan a lo estructura global de la economía menorquina del siglo XVIII:
1. Agricultura dominada por el problema de la carestía. con una baja productividad como consecuencia del escaso desarrollo técnico, de la mentalidad poco emprendedora de los propietarios de la tierra y de la baja calidad de los terrenos.
2. La existencia de una industria ilimitada a la producción de bienes de consumo. localizada fundamentalmente en la rama textil y en la construcción, cuyas técnicas siguen, en lo esencial, dominadas por la artesanía y el trabajo manual y cuya organización estaba sometida o los severos cánones de la rigidez gremial.
3. La procedencia de todos los excedentes de la producción (en dinero o especie), directa o indirectamente y en última instancia, de la renta de la tierra.
4. La posesión de la tierra es el máximo exponente del prestigio social y marca. junto al titulo de nobleza.
5. La importancia jerárquica de los estamentos agrarios en las magistraturas municipales, donde ocupan los principales cargos.
6. La preeminencia de los propietarios agrarios absentistas en los núcleos urbanos.
7. El porcentaje muy elevado de individuos en edad laboral que trabajan en el campo, en relación con cada una de los otros ramas de la economía.
8. El desequilibrio estructural de la balanza comercial como consecuencia de la carencia de manufacturas y el déficit agrario.