Los ingleses volvieron a ocupar Menorca en 1798 como respuesta a la alianza de España y Francia en el tratado de San Ildefonso. Comenzó así la última dominación británica de la Isla que duró 4 años y durante la que se reconstruyó el Castillo de Sant Felip y nuevas torres de defensa, de manera que dicha época se destacó por una frenética actividad constructora.
Cuatro años después, en 1802, con la firma de la paz de Amiens entre Francia e Inglaterra, Menorca fue devuelta a España de forma definitiva. Empezó entonces el lento éxodo de tropas inglesas. El capitán general de Mallorca, Joan Miquel Vives, recibió del último gobernador inglés, las llaves de Ciudadela y el traspaso simbólico de la derruida fortaleza de Sant Felip.
El historiador y coronel de Ingenieros Francisco Fornals (D.E.P.), aseguró que “los ingleses encontraron en la isla de Malta unas condiciones similares a las de Menorca, es decir, un magnífico puerto muy bien situado en el Mar Mediterráneo. Así fue como se olvidaron de Menorca y ubicaron en Malta la base de su escuadra para seguir dominando el Mediterráneo”.